Parece que todo se cuestiona y no son pocos los críticos y/o analistas que no terminan de abandonar el pesimismo que acompaña a este noble rincón del mundo desde hace décadas.
Claro que, a tenor de las cifras de ventas, tal vez no les falta razón (sigue la caída de Jerez BOB).
Los hay que también cuestionan la “notoriedad” o el interés que generan nuestros vinos en el mundo y aquí no puedo estar más en desacuerdo. Se basan estos últimos en algún informe que tiene en cuenta palabras clave y/o algoritmos que hoy no son capaces de medir, (aunque lo intenten y algún día llegarán) las emociones y sensibilidades que son capaces de despertar nuestros vinos, los “insight”, esos que solo al termino de una cata o del disfrute de un determinado maridaje sublime, se pueden escuchar y casi sentir. O esos que cada día nos llegan en un efímero comentario en la red pero que, si fuésemos capaces de medir de verdad, nos harían creer con firmeza en la fuerza del Jerez.
Es muy cierto que la distancia entre “consideración” y “consumo” es muy grande en el sector, reducirla debe ser nuestra máxima prioridad ya que este factor está haciendo que el indiscutible interés que seguimos viendo por nuestras marcas y por todo lo que rodea al vino de Jerez, llegue de forma desesperantemente lenta a la cuenta de resultados de las Bodegas.
Ya sea en forma de giro evidente al campo, o a la recuperación de formas de vinificación casi perdidas, ya sea vía alianzas con la alta restauración o despertando la curiosidad de editores, documentalistas o cineastas, el Jerez sigue generando mucho interés y además de prestigio y glamour.
La reciente llegada de bodegueros de mucho nivel que eligen Jerez y no otras zonas vitivinícolas con encanto como podría ser la Riviera Sacra o las Alpujarras, películas con presupuestos de primera que basan su trama en viñas y bodegas de Jerez y continuas ediciones de libros y artículos que desgranan la campiña o los pilares de las Bodegas del marco. Todo esto, sin olvidar el incesante avance de la alta cocina española en el mundo, como vehículo para poner en valor nuestros vinos; Londres es hoy un referente de nuestra cocina, los emiratos árabes se disputan nuestras estrellas que no paran de abrir enseñas de lujo en estos países “escaparates”, Little Spain en el corazón de Hudson York donde el Jerez está muy presente, son alguno de los ejemplos de esta clara tendencia.
Siguen pasando muchas cosas en Jerez y su entorno, Cádiz es un referente turístico recomendando en las mejores guías del mundo. Nuestra oferta es amplia y de calidad y la gastronomía y el enoturismo son un reclamo que crece año tras año.
Todos estos argumentos deben marcar la hoja de ruta y deben llenarnos de entusiasmo medido y responsable que sirva de acicate para hacerlo cada vez mejor. Para re-confirmar que la excelencia, la autenticidad y la calidad, son el camino del éxito y del progreso.
En el caso del Jerez, desde la viña y el campo a la bodega para llegar al consumidor final a través de la restauración, cada vez más solida y con las ideas más claras en la provincia, apostando con un mundo más sostenible y dando valor al producto local, ecológico y de proximidad. Con nuevos y jóvenes profesionales en el viñedo, enólogos de raza capaces de innovar en la tradición, con chefs que ponen cada día el nombre de Jerez y de Cádiz en el mapa del mundo y con equipos humanos que recorren el mundo trasladando las excelencias de nuestros vinos y brandies a los cinco continentes y al infinito universo de las redes sociales.
Jerez, está fuerte y con muchas ganas, con paso firme y seguro que se verá acelerado en este nuevo año que afrontamos con entusiasmo y responsabilidad, en el firme convencimiento de que lo lograremos.
Feliz 2020.
José Argudo, Global Marketing Manager Tío Pepe